domingo, 25 de mayo de 2008

MARIANA PINEDA

Retrato de Mariana Pineda.

Marisol, en el papel de Mariana Pineda que realmente hizo muy bien.

Mariana Pineda en capilla.

Plaza y monumento a Mariana Pineda en su Granada natal.

Mariana Pineda nació en Granada en 1804 y murió condenada a garrote vil el 26 de mayo de 1831, víctima de su amor a la libertad.
Una figura tan importante en esa lucha por la libertad, muerta tan joven aún, viuda y con dos hijos pequeños, ejemplo de dignidad y silencio, muriendo por la causa en la que creía sin delatar a nadie, que en el año 2006, el Gobierno de la Unión Europea, le rindió homenaje y dio su nombre a la entrada principal del Parlamento Europeo.
Casada a los quince años con un militar ya retirado, del bando liberal, Manuel Peralta, su marido, ya mayor y con mala salud, fallece en 1822 dejándola con un hijo a su cargo tras dos años de matrimonio.
Mariana era hermosa, de aspecto frágil pero de férrea voluntad, rubia y de ojos azules, y muchos la pretendieron tras su viudez, pero no se casó de nuevo. Aunque tuvo relación con otro hombre, Manuel Peña, con quien tuvo una hija.
Pero, sobre todo, Mariana, estuvo metida de lleno en la lucha por la causa liberal, ayudando a presos, sirviendo de enlace con exiliados o incluso acogiendo en su casa a perseguidos y todo esto a pesar de estar estrechamente vigilada por la policía.
Federico García Lorca, otro granadino emplazado por un destino trágico, llevó su historia al teatro y la hizo ya para siempre heroína universal.
Mariana visitaba los salones de los condes de Teba, padres de Eugenia de Montijo, desterrados de Galicia por liberales y que en Granada daban albergue a los enemigos del absolutismo.
Dicen que Pedrosa, Alcalde del Crimen de la Real Chancillería, la había requerido de amores y ella lo rechazó, Pedrosa no olvidó el incidente y decidió vengarse.
Mariana bordó una bandera, en realidad, parece que se la dio a bordar a dos criadas porque ella no sabía bordar, era un tafetán morado en cuyo centro cosió un triángulo verde, colores del Oriente Masónico, en ella bordaron las palabras: Libertad, Igualdad y Ley. El hecho de darla a bordar fue su desgracia, porque una de las criadas, en amores con un clérigo, se lo comentó a éste, quien a su vez lo comentó a su padre, que la denunció.
Mariana trató de escapar pero le fue imposible y la encerraron en el antiguo Beaterio de Santa María Egipciaca, creado para albergar prostitutas y reconvertido en cárcel.
Por más que fue presionada por Pedrosa, Mariana se negó a delatar a nadie y prefirió morir a traicionar la causa de la Libertad.
La víspera de ser ajusticiada, dictó su testamento a un escribano, con tal serenidad, que el hombre no podía escribir por impedírselo las lágrimas.
Dejó también una carta para sus hijos, a los que explicó que moría con dignidad por la Libertad y la Patria (en peligro por el execrable Fernando VII) y en la que aseguraba "que el recuerdo de su muerte, haría más por la causa liberal que todas las banderas del mundo."
Al vestirse para ir hacia la muerte, quisieron quitarle las ligas para que no pudiera ahorcarse con ellas, pero Mariana dijo que no consentiría en subir al patíbulo con las medias caidas.
Mariana subió al patíbulo con un sencillo vestido de percal azul con flores de azucena color crema, medias grises y zapatos de tafilete negros. Su cabello rubio que siempre había llevado recogido, lucía ahora suelto, tenía solamente 26 años y nunca estuvo más hermosa que aquél fatídico día que cantaban en coplas, " ay que día más triste en Granada,/ que a las piedras hacía llorar, / al ver que Marianita se muere/ en cadalso, por no declarar". Como dijo Federico, no puede comprarse el corazón de nadie.
Al final, su historia vivirá para siempre, digna heroína de la LIBERTAD.

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