martes, 13 de mayo de 2008

DORMIR CON UN MUERTO AL LADO



Dicen que en el Hospital Ramón y Cajal se olvidan de aislar a los moribundos y, lo que es peor, de retirar los cadáveres una vez muertos. En las habitaciones compartidas, no hay manera de pegar ojo sabiendo que en la cama de al lado hay un cadáver. Levantarse, no se va a levantar, pero tampoco es agradable.
Estos despistes del personal, provocan el pánico de los demás enfermos, que llegan a sufrir ataques de ansiedad al ver que pasan las horas y nadie acude a llevarse el cadáver, pero el enfermo tampoco puede dormir porque aquella presencia muda le recuerda demasiado su final similar.
Qué necesario sería que las habitaciones fueran individuales de manera que no hubiera que compartir las pequeñas miserias de cada enfermo con los demás, al menos por pudor. Y por supuesto, un moribundo debe estar aislado y no se le debe de poner en una habitación con enfermos menos graves, porque del susto de la muerte del uno, se puede morir el otro. La muerte no tiene una cara agradable.

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